Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil y quien está en prisión desde abril del 2018, no dudo en calificar al actual mandatario Jair Bolsonaro de «enfermo» y además lo criticó por sus políticas armamentistas.
«Bolsonaro es un enfermo que cree que el problema de Brasil se resuelve con armas. El problema de Brasil se resuelve con libros y con escuelas«, manifestó el carismático líder de la izquierda del país vecino, quien cumple una pena de ocho años y 10 meses de cárcel ya que está acusado de corrupción.
Las fuertes palabras de Lula llegan tras una semana marcada por un nuevo decreto rubricado por Bolsonaro que le otorga el derecho a camioneros, abogados, políticos y otros gremios a ser portadores de un arma de fuego. Igualmente el dictamen enfrenta cuestionamientos en el seno de la Justicia que podrían dejarlo sin efecto por considerarlo inconstitucional y promotor de más violencia.
«Espero que Bolsonaro aprenda por el bien de Brasil a guiar al país. Él corre atrás del hijo para apagar un incendio por día. No sé cómo funciona la familia, no voy a especular, pero lo que se presenta públicamente está fuera de control», manifestó quien fuera el jefe de Estado brasileño entre el 1° de enero del 2003 y el 1° de enero de 2011.
El expresidente, de 73 años, realizó estas declaraciones en la segunda entrevista a la que accede desde que fue detenido el 7 de abril del año pasado, luego de ser autorizado por el Supremo Tribunal Federal (STF) a hablar con los medios. La primera parte de la extensa charla ya había sido publicada la semana pasada.
Lula también repasó su gestión y la de su sucesora, Dilma Rousseff. «A veces lamento no haber sido más firme con Dilma para hacer algunas cosas. Una persona llena de confianza como Dilma, cuando el carro comienza a derrapar no siempre tiene la calma de parar y decir espera, vamos a parar, vamos a oír, vamos a conversar», analizó.
Por otro lado, Lula no dejó el deporte de lado y se lamentó por la posibilidad de que su país no haya podido impulsar a la política gracias a esta disciplina. «La Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos celebrados en Río de Janeiro en 2016 fueron oportunidades perdidas. Fue una oportunidad mal aprovechada por Brasil. Brasil ya estaba tomado por el odio«, destacó.