El centro de la Ciudad sigue viéndose como el lugar de reunión de la población. Es cierto, hay impuestos que pagar, las tarjetas de créditos que llaman obligando el pago y la gente apresurada por cobrar. Pero lo cierto es que está lejos de verse como una Ciudad que está en plena cuarentena. En el medio crece la indignación en las redes sociales por las imágenes de una ciudadanía que parece no haber tomado conciencia de la situación excepcional por la que se atraviesa.
En comparación a días pasados, las colas de pago y de cobro de haberes se hace de manera ordenada, respetando el distanciamiento obligatorio. En esto es digno de destacar el trabajo voluntariado de los organismos que se pusieron al frente de esta organización.
Pero también es cierto que se vio mucha gente prácticamente paseando en las calles, muchas de ellas acompañando a sus parejas, en trámites que deben hacerse sí o sí de manera individual. Este panorama va abultando la cantidad de transeúntes, en un centro con poco movimiento vehicular, pero con mucha presencia humana. Eso sí, todos portan el barbijo, en cualquiera de sus formas y tamaños. La norma ya se hizo «carne», en una población, que aún no se acostumbra del todo al aislamiento social, preventivo y obligatorio.
