Verónica Oliva se levanta todos los días a las 4 de la mañana para vender café en la Terminal de Combis. El viernes, la joven trabajadora, se recibió de Licenciada en Enseñanzas de las Matemáticas.
«Cuando uno quiere, se puede. Siempre hay desvelos, tengo un nene de cinco años que también requiere atención. Hay veces que pasé de largo la noche para poder estudiar. Mi padre también es cafetero, la ayuda que él me dio fue grandísima, al igual que mi mamá. Es sacrificada nuestra vida, pero peleando por un futuro», expresó.